Aquellas pioneras que
consolidaron su andadura en la escultura durante la 2ª República conforman un
nuevo modelo de mujer que se incorpora activamente a los ambientes artísticos.
Aunque no pudieron acceder al aprendizaje académico oficial, recibieron
lecciones de los escultores más ilustres del momento. Todas estas escultoras
tuvieron vínculo familiar con destacados intelectuales o artistas,
permaneciendo a la sombra de sus padres o maridos, en un papel secundario.
Sufrieron críticas por adentrarse en la escultura, un campo “no apto” para
ellas. Pero una profunda vocación y un talento demostrado les hizo superar los
impedimentos y entregarse al modelado de sus obras. Estas mujeres dejaron una
herencia, son un referente para la primera generación de escultoras
profesionales en nuestro país que surgirá unas décadas más tarde. Revelar sus
nombres y rescatar sus obras, nos da la oportunidad de recuperar la memoria de
estas mujeres y valorar con perspectiva sus trabajos.
Algunas de ellas son: Helena Sorolla, hija del pintor valenciano; Eca Aggerholm, esposa del pintor Daniel Vázquez Díaz o Pilar Calvo Rodero, esposa del crítico y escritor Alfredo Marquerie"
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